Es uno de los rincones secretos y
recónditos de la geografía ibérica. Cuando hablamos de Sierra Morena, la
palabra “soledad” adquiere un significado especial. Estamos hablando de
naturaleza no domesticada y salvaje, de ausencia de edificios, casi ausencia de
poblaciones, casi ausencia de seres humanos.
Sola y recogida con sus duros inviernos. Los que viven y se ven
arraigaron con sus hatos, con su pequeña casa aislada, con sus secretos en el
corazón.
Quienes piensen que hoy en día ya
no es posible una naturaleza virgen, que ya no existen lugares sin carreteras,
ni refugios de montaña, ni albergues, ni poblaciones, ni siquiera caminos,
están equivocados. Quienes piensen que no es posible encontrarse en la más
absoluta soledad, en la auténtica esencia de lo que significa la naturaleza,
tienen que recorrer estas montañas. Mejor, naturalmente, en primavera o en
otoño. El invierno, aunque esplendoroso en su belleza, es mal compañero:
demasiada dureza y frío. Conviene ir bien pertrechados.
Qué ganas me dan por tus palabras de internarme en el campo que tiene poderes curativos, de serenidad. Aunque tengo a la puerta mi arrayán y riego mi jardincito, subir por las sendas agrestes de mi infancia que hasta te llevabas algún araño no tiene comparación. La imagen de Sierra Morena me hace imaginar al Quijote en sus aventuras no siempre tan amenas por esos cerros Manchegos . Besos , Maretito
ResponderEliminarLleva consigo Sierra Morena historia, encanto y misterio. Muchos pasajes del Quijote, como sabes, ahí se desarrollan; y por la ladera que mira a Alamillo están aún las Ventas -yo las he visitado- donde descansaban los viajeros con dirección a Andalucia (no había otro paso). El bandolerismo se refugió en ella, esos personajes que tan bien caen entre el pueblo porque luchaban contra el poder (Fernando VII). Y también hay alguna que otra leyenda que pone los pelos de punta. Un abrazo, Maguetina.
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