Mes de las flores por excelencia. En
este mes estallan las flores de los jardines, de los prados, de los parques; explosionan
de luz y aromas, y se instalan en los pentagramas para crear la música que la
belleza de sus colores ha inspirado. Es un mes para vivirlo y soñarlo como nos
lo dijo en música Carlos Cano. Es un mes para hurtarlo y llevárselo consigo donde
quiera que uno vaya.
Las flores que
nos embelesan en estos días de abril abocetan un almanaque hedónico y musical,
colmado de colores variados y exultantes. Por la ventana de este jardín onírico
se nos presentan los vanidosos narcisos. Las petunias, que con sus múltiples
colores nos señalan la Semana Santa a toque de corneta. Las gardenias, con
Machín, flores de son para ofrecer un «te quiero» en momentos propicios. Las
lilas, recuerdos de infancia porque simbolizan el amor auténtico. La altanería
del tulipán, que nos recuerda que después del frío nos llega un tiempo a
estrenar. Y jacintos y camelias, que si nos faltaran, sentiríamos la ausencia
de la mejor compañía.
No nos olvidemos
de las sencillas flores del campo, las que huella el pie, que arranca la azadilla o que arrolla el arado. Son los nazarenos, los jaramagos, los
zapaticos del niño Jesús, el Pan y Quesito, las amapolas, el cantueso, la
lavanda, el malvavisco…y las mil plantas desconocidas que
llaman yerbas del campo y que reposan sobre el surco abierto, sobre lindazos y veras
donde no llega hierro alguno. Son ellas las que convierten los pasos en caminos
celestiales.
En el viento
está la libertad. Y la belleza es un vuelo lento por donde el corazón transita
por las cosas quietas sin moverse de ellas. Con este campo salvaje y multicolor
somos pozos hondos a los que hay que asomarse para sacarles el todo en una
loma, en el peñascal o en la vera de una zanja. Así se sacan los secretos al
campo de abril, así repararemos en el color de la piedra, mil veces vista, en
la forma de un árbol o en la luz de un camino. Después viene la noche con su
negrura y el sonar del campo deja un eco, una llamada eterna a la belleza. Y
todo se va para regresar de otra manera. Ni la curruca, ni la rana cantora, ni
la madreselva, ni los brillos del cielo serán iguales. Pero Abril sí regresará
a nuestras vidas. Abril es un mes que
enamora.