Ya tengo mis años.
Ellos me hicieron ver que ir por la vida en pos de algo con el paso largo, no es
lo mejor, pues no siempre ves la meta; y si la consigues, se llega cansado y de un humor de perros.
Hay que darse un
respiro. El dormir y el sestear dan los mejores frutos. Pero mirar las
estrellas, beber un vaso de vino con un amigo, leer, solazarse en un jardín
observando el verde, sonreírle a un niño, son también buenos ejemplos a seguir para consolar el espíritu.
Pero en mi caso llegó
un momento, una circunstancia especial, que me hizo pensar. Y me
hizo ver que mi vida carecía de matices simples que, por sencillos, eran
alcanzables; pero la rutina y las prisas por vivir, no me dejaban ver. Me obligó
a confeccionar un decálogo de proposiciones que debía seguir si quería
fortalecer la naturaleza de mis entendederas. Y así, mejorarme. Y me dije:
cuando piense, forzosamente tengo que deducir; cuando lea, asimilaré cada
párrafo; si oigo, debo callar. Esas cosas tan elementales.
Ea, estos son mis
preceptos:
DECÁLOGO
DEL BIEN HACER
Si
pienso, deduzco
Si
leo, crezco
Si
doy, recibo
Si
presto, pierdo
Si
hablo, preciso
Si
oigo, callo
Si
miro, valoro
Si
beso, amo
Si
rezo, creo
Si
paseo, descanso
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