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19 febrero 2017

CABALLO COLÍN


Me gustan los caballos. Son animales bellos, fuertes y nobles. En el trascorral de mi abuela lucía uno de mi tío Falín, colín, y blanco como el merengue, que paseaba señorial por sus dominios. Mi tío Alberto me subía a él y nos llevaba a ambos de noche a la era, a dar una vuelta, cuando el trigo estaba amontonado y limpio de paja, porque ese oro que tanto trabajo costó hasta verlo así, había que vigilar para que no menguara durante la noche. En el camino lo hacía trotar intentando asustarme y bien que lo conseguía. Y cuando la noche ya era noche, mi tío me bajaba del caballo, me dejaba en la puerta de casa y yo entraba santiguándome, a sabiendas de una reprimenda que se repetiría más veces: la cabalgada y los enfados caseros. Este hermoso caballo no tenía nombre y como todos los caballos famosos de la Historia ya lo tenían, y así se leían en los libros los de Bucéfalo, Babieca o Rocinante, había que bautizarlo, pensé. Así que un día me fui recto a su encuentro. Mi abuela me vio tan decidido atravesar la casa que me preguntó que adónde iba. “Abuela, voy a echar el trompo”, y fui derecho. Lo llevé a una pared medianera, y apoyándome en ella y con ayuda de unas piedras que apilé antes, conseguí montar. Con palmaditas en el cuello y palabras cariñosas el caballo me iba paseando con mucha tranquilidad, debe ser que me conocía por las noches del verano camino de la era. Yo buscaba un nombre glorioso para él y no acertaba. Elegía uno y le preguntaba, y el caballo movía la cabeza y yo le decía “ya sé que no te gusta, vamos por otro”. A todo esto el caballo sereno, dócil, tranquilo. En la confianza que me daba el animal, se me ocurrió levantar los brazos y la voz, y para qué quiero contar. El caballo colín dio un respingo, y me vi en los aires y en un estercolero que en mala hora allí estaba la mar de fresco. -Te voy a llamar “hijoputa”. Y con ese nombre se quedó.

3 comentarios:

  1. jajajjaa todo pensé menos ese nombre sonoro que le puso un pingo al caballito. Por cierto ese hermoso niño de la foto eres tú? Me recuerda cuando iba yo en ancas de un burro que tenía mi padre, con las riendas iba mi único hermano que me regañaba por inclinarme. Me decía: "enderézate pendeja" y yo sin conseguirlo, pronto me estampó en una banqueta que me aflojó los dientes y un raspón en el codo que conseguí. No se me dió eso de ir a la jineta. Te mando un beso con aires de primavera, Marete querido.

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  2. Sí, ese soy yo, Magui. Me acuerdo de la foto y no tendría más de 4 años (de esa edad me acuerdo de muchas cosas, de ahí que tenga un libro en las gavetas). El caso del colín lo recuerdo al detalle. Y es que a pesar de la estrecha vigilancia de los padres de entonces, yo era un poco travieso, más de lo que se podía permitir en aquellos tiempos (te confieso, es oportuno el momento, que nací zurdo y como estaba mal visto entonces, me hicieron diestro). Cosas del ayer. Un besazo, mi amiga.

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  3. Notorio que recuerdes de tan tierna edad, yo ni por pienso, si acaso hasta los 5. El cuento revela un Mario pillín y éso me gusta, aunque creo que ya no lo eres mucho. Y de los zurdos dicen que son inteligentes y creativos, ahí te lo dejo de tarea. Besos.

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