Las fotografías son gentileza de un amigo
EUCALIPTOS DE ALAMILLO
En la leve curva de carretera,
y en un alto que no pasa de altillo,
devoto aliento dábanle a Alamillo
nueve eucaliptos de robustas cepas.
Se han solazado sus sombras con trinos
y con idilios de abierta ceguera
(también de luto, muerte y tristeza),
en los sueños de sus ramajes fríos.
Hoy yacen en su barranquera yerma,
polvorientos
del color del camino,
de la
piedra, del polvo y del olivo,
los nueve titanes de carretera.
Bordeados por frondas de amarillo
y de campos de trigos panaderos,
matóle la alegría de su credo
la cuerva mano sin alma y sin tino.
¡Sin vida mis eucaliptos del alma!
Tus ramas florecidas que un día fuisteis
liceo para gorriones, hoy son triste
tumba que cubre nuestra tierra parda.
Ayer vísteis vida, muerte hoy tenéis.
Huesos de la tierra sois, despojo ya.
Andrajos de sueños de aroma. Nada.
La corva arboleda perece por ley.
Un miserable de cabeza huera,
de mirar turbio y de mano asesina,
con ardid cierra cien años de vida.
¿No hubo un bizarro para tal vileza?
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