Al huerto de Palarines le han vestido de
blanco inmaculado. Como a una novia que fuera a casarse, así está. Su pared, por
arriba y por tramos, tiene los dientes limados por las inclemencias y por el
buen hacer del hombre. Piedra sobre piedra, ellas se dan la mano con fuerza en
un abrazo indisoluble, como parte de un todo, escalando y construyendo el muro.
Así nos acompaña desde hace más de medio siglo. Hermanadas, a esta pared la
remata una visera de gruesas piedras que le da al resto sombra y le quita frío.
Como la pared es baja, desde una leve altura
de fuera veo el interior. Cultivos de hortalizas sobre tierra mullida. Verde
jugoso alrededor de la noria y cerca de ella una higuera de pobre fronda al
arrimo del pozo. Hay otras más jóvenes, más verdes, más frescas, en los
confines del huerto. Un tordo se entretiene visitándolas en vuelos nerviosos.
Yo creo que es el mismo pájaro pero son
tan cortas sus visitas que me hace dudar sobre si será el mismo quien va y
viene.
De la madreselva cercana a la puerta me llega
una fragancia almibarada que exhalan sus flores de color amarillo crema. La
corregüela, que no se avergüenza por ser rastrera, invade un
rincón y solea flores blancas. Más allá,
lejano y poderoso, el Burcio.
Abandono, y cuando me alejo, el tordo ha
cambiado una vez más de higuera. Pienso cosas extrañas sobre la naturaleza, la
primera semilla, la pureza del agua subterránea
que no sé si va mansa o cantarina, la inteligencia del tordo… las cosas
más simples, y no sé porqué.
En el silencio de la calle he oído pasos y me
detengo. Me vuelvo y no veo a nadie. Era mi corazón que me hablaba.
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ResponderEliminarDe una simple estaca serías capaz de hacer una bella escultura, Chavao. No desperdicias ni el simple polvo del camino para hacer maravillas con el verbo como si fuera, este, un gran catalizador en esa bella alquimia que creas con las palabras en puro arte. De cuando en vez me doy un garbeo por aquí para ver y, con suerte, con algo me atopo ( perdón por el galleguismo) . Por la otra banda estoy con mis averiguaciones náuticas y mis historias que me llenan más que ciertas apariciones, pseudopiolíticas y extravagantes, de esos foros que ya degeneran en comidillas de pura bazofia, aunque nada de esto quita para que, también, de vez en cuando me asome por esos pagos para ver si algo ha cambiado, que lo dudo. Un abrazo mi amigo.
ResponderEliminarSon cosas de la tierra y del alma, mi querido amigo. Cuando cala el paisaje que tantas veces te ha perseguido, al final trasciende aunque lo notes de afuera. Eso que se ve es la "Cañailla", ya canallizada. Esta castaña no me deja escriir las uves altas y le dan por saco. A ellas no a ti. Ya ampliaré el comentario.
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