Fernández Toxo ha sido reelegido no hace mucho al frente de Comisiones Obreras sin apenas debate interno. A este tenor, y aprovechando que el arroyo Grande pasa bajo el puente, se me ocurren una reflexiones sobre nuestros dos sindicatos mayoritarios.
Toxo heredó el poder de José María Fidalgo, quien le cambió la cara al sindicato y posibilitó acuerdos y coloquios sociales de interés. Hoy el diálogo social ha muerto y lo ha matado la falta de voluntad de entendimiento de las partes. Después de las que le preparan continuamente, no hay mucho interés por parte del Gobierno en invertir tiempo en pláticas, y hace bien porque resultando tan caros no se les ve a ninguno de los sindicatos con intenciones de crear, sino de destruir. Nótense sus huelgas y sus “reventar las calles”. Súmense los sindicatos de estudiantes –ni sindicatos ni estudiantes- y las plataformas escandalosas –que molestan a las viviendas de los números pares, no a los impares donde están los suyos con más méritos para la escandalera. Supongo que el Gobierno pretende desgastar a los sindicatos con el recorte de las subvenciones y la eliminación de miles de liberados. Si a esto se le suma la baja masiva de afiliados y las cuotas impagadas de los mismos, no se nos oculta la precariedad de las arcas sindicales, al borde de la quiebra. Por eso Toxo ha tomado iniciativas y ha reducido el número de miembros de la Ejecutiva, que más Ejecutiva es un politburó, y de 43 la ha dejado en 13. Y eso está muy bien, por algo se empieza; pero sigue manteniendo que los sindicatos deberían ser mantenidos con el dinero público. Claro, ¡qué va a decir!
No, señor Toxo, los sindicatos, al igual que los Partidos Políticos y la Patronal, deben vivir de sus afiliados. De esta manera serán ustedes los que visiten y cuiden a los trabajadores porque dependerán de sus cuotas, y ellos estarán mejor atendidos, con dedicación exclusiva a sus reclamaciones laborales si no quieren ver una huida de afiliados. Los liberados para eso están. No piense usted que es el Estado quien debe crear empleo y no los empresarios, a quienes también culpa de todo. Los trabajadores están esperando a los síndicos, pero éstos se ocupan solamente de los parados, que son el timón de su caminar para presionar y vivir a la sopa boba. Sería una buena idea copiar a la Iglesia Católica -que en la declaración de la renta incluye una crucecita- para que los ciudadanos determinen si quieren que sus impuestos los financien parcialmente. Debería usted, en compañía de su “collera”, pedir perdón a los ciudadanos, porque su apoyo en el pasado a políticas educativas y sociales equivocadas nos ha dejado a los españoles en esta situación. ¿Por qué no apoyan a los emprendedores, que piden sitio, en lugar de pregonar que la solución en España es el trabajo asalariado?
Necesitamos unos sindicatos que denuncien irregularidades, que defiendan los derechos de los trabajadores, que junto a otras instituciones defiendan causas justas y que convoquen una huelga cuando sea necesaria y no como un medio para auto justificarse ante los suyos. Que apoyen a la Formación Profesional, la chica despreciada del sistema educativo. Y que sean ejemplo de transparencia, que con el fiasco de los ERES… Es pedir demasiado, ya lo sé.
Lamentablemente la degradación de las instituciones va creando un poso en los ciudadanos que acabarán, a los que les toque, desterrando de forma progresiva la poca fe que les pueda quedar. También los sindicatos deberían despojarse de todas sus prebendas y alimentarse de sus afiliados. Que sus líderes no estén en los escaparates del poder chupando de esa sopa boba y que por los chollos de sus liberados pase la guadaña inmisericorde.
ResponderEliminarSindicalistas aletargados mientras estaban en los brazos de un Morfeo que los cuidaba y amamantaba.¡Que hipocresía más grande la suya!. ¿La Iglesia Católica? Nada que ver con éstos. Tan solo Cáritas los anula, los aplasta. Pero lo lamentable es que el público solo mira hacia donde lo mandan, no hay iniciativas que lo haga despertar, quitarle las orejeras de yunta.