Por cierto, y al hilo
del artículo anterior, fue Manuel Becerra un político de prestigio en la
segunda mitad del siglo XIX. Por sus antecedentes gallegos farfullaba el
idioma, por lo que le dificultaba la oratoria en los torneos políticos de la
época. Era muy dado a conjuras revolucionarias, y así, en una de ellas, año de
1866, fue condenado a muerte. ¡Pobre hombre! Fue un hombre revoltoso en tiempos
revueltos que no merecen la pena ser detallados, sólo que a la hora de los
grandes juicios, hay que dejar constancia de que fue un revolucionario que se
batió en las barricadas en las que predicó la libertad y que tuvo una lucha constante en su juventud
por la democracia. Sirvió a la revolución, a la dinastía de Saboya, a la
República y a los Borbones. El caso es que al final acató la Restauración
capitaneada por Cánovas, y fue ministro de Ultramar –bonito y sonoro nombre
para un Ministerio actual- con Sagasta. Así que revoltoso, sí, pero honesto,
laborioso y eficaz. Lo cuentan las crónicas.
Como igualmente cuentan
de él una anécdota, y es que paseaba por el parque del Retiro, como tenía por
costumbre, y un día se adentró en la
parte reservada a las personas reales. Vio que por el paseo avanzaba una
amazona, a la que precedía un caballerizo. Iría en sus cosas y no se apartó del
camino ni se detuvo para saludar a la dama, es lo que le pasa a los hombres de
genio. El caballerizo se acercó a él, diciéndole, mientras señalaba a la
amazona:
-Su Majestad la Reina.
El paseante se señaló a
sí mismo y como respondiendo a una presentación, contestó:
-Manuel Becerra.
Y continuó con su paseo
sin reparar en el asunto.
Si señor era de Castro de Rei(en gallego). Un tipo curioso y luchador. Pero lo que no entiendo es eso que dices de que por sus orígenes gallegos farfullaba el idioma. Aunque la verdad es que en aquella época se hablaba mejor gallego que ahora, pero normalmente la gente de estudios era perfectamente bilingüe.
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