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22 abril 2024

ABRIL

 

Mes de las flores por excelencia. En este mes estallan las flores de los jardines, de los prados, de los parques; explosionan de luz y aromas, y se instalan en los pentagramas para crear la música que la belleza de sus colores ha inspirado. Es un mes para vivirlo y soñarlo como nos lo dijo en música Carlos Cano. Es un mes para hurtarlo y llevárselo consigo donde quiera que uno vaya.

Las flores que nos embelesan en estos días de abril abocetan un almanaque hedónico y musical, colmado de colores variados y exultantes. Por la ventana de este jardín onírico se nos presentan los vanidosos narcisos. Las petunias, que con sus múltiples colores nos señalan la Semana Santa a toque de corneta. Las gardenias, con Machín, flores de son para ofrecer un «te quiero» en momentos propicios. Las lilas, recuerdos de infancia porque simbolizan el amor auténtico. La altanería del tulipán, que nos recuerda que después del frío nos llega un tiempo a estrenar. Y jacintos y camelias, que si nos faltaran, sentiríamos la ausencia de la mejor compañía.

No nos olvidemos de las sencillas flores del campo, las que huella el pie, que arranca la azadilla o que arrolla el arado. Son los nazarenos, los jaramagos, los zapaticos del niño Jesús, el Pan y Quesito, las amapolas, el cantueso, la lavanda, el malvavisco…y las mil plantas desconocidas que llaman yerbas del campo y que reposan sobre el surco abierto, sobre lindazos y veras donde no llega hierro alguno. Son ellas las que convierten los pasos en caminos celestiales.

En el viento está la libertad. Y la belleza es un vuelo lento por donde el corazón transita por las cosas quietas sin moverse de ellas. Con este campo salvaje y multicolor somos pozos hondos a los que hay que asomarse para sacarles el todo en una loma, en el peñascal o en la vera de una zanja. Así se sacan los secretos al campo de abril, así repararemos en el color de la piedra, mil veces vista, en la forma de un árbol o en la luz de un camino. Después viene la noche con su negrura y el sonar del campo deja un eco, una llamada eterna a la belleza. Y todo se va para regresar de otra manera. Ni la curruca, ni la rana cantora, ni la madreselva, ni los brillos del cielo serán iguales. Pero Abril sí regresará a nuestras vidas.  Abril es un mes que enamora.

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