DESDE
EL BURCIO SE CONTEMPLAN OCASOS ÚNICOS. UN VERANO, CON UNO DE ELLOS MEDITÉ HASTA QUE LLEGÓ LA NOCHE. HAY QUE ESTAR PARA SENTIR LO ESCRITO
ANOCHECE EN ALAMILLO
Viene cayendo la tarde
con caricias de aire fresco;
la noche gana interés,
la tarde perderá el cielo.
La tarde, hoguera doméstica,
roja lumbre,
languidece perezosa
entre sombras y perfumes.
***
En el horizonte malva,
algodones de colores
le están disputando vida
a la noche,
la noche que cenará
algodones de colores.
Se va sofocando el fuego
de la tarde;
amante ascua, la tierra
no calienta como antes.
Ya con la brisa suave
se desperezó la higuera;
la cardencha siente en vena
sus rubores más cenizos
y los viejos eucaliptos,
trece gigantes de escena,
recogen los estribillos
de inquilinos que vocean.
de tierra agotada y seca,
y de cañas de cultivo
que sólo fueron promesa.
Flotante cendal que ensarta
a encinares y
olivares
peinando sus ramas altas.
La tarde ha caído. El Sol,
ascua apasionad y ciega,
recogió monedas de oro
que le prestó a la arboleda,
como le presta el otoño
los colores a una fiesta.
y las nubes,
indelebles, indelebles…
presintiendo su ceguera
no sé si ríen o lloran;
sí sé que desaparecen.
En el bastidor sin luz
a una cebolla de escarcha
le ha comido el corazón
una hermana a su hermanastra.
Se quedaron sin color
la piedra, el camino, el agua…
En la frontera del miedo
al miedo ladran los perros;
se recortan las siluetas,
se oscurecen los senderos,
la palabra se hace clara
desde lejos.
Ya duermen los encinares.
Los olivares, las trochas…
Despierta la hoja y el grillo.
El viento lleva una copla.
Un alamillero
Hermosos sentires, y hermoso despertar. Pero... mi amigo, me admira esa "playa infinita" del Burcio, y si no es playa que vengan y me lo demuestren.
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