Ha muerto el cabo Gutiérrez.
Era este cabo de la Guardia Civil quien más mandaba en su pueblo, nada del
cura, nada del alcalde. Hacía y deshacía sin importarle las consecuencias. Ya
ves tú, cuando fue a entregarse el viajero que pasaba por allí en compañía de
su hijo, que además de conducir el sidecar daba clases en Oklahoma, y le
confesó que en Madrid había matado a su mujer porque era muy mala, con mucha
ternura y mucha conocimiento de la causa le dijo que si los de Madrid no lo
habían detenido no iba él a enmendarles la plana a los de la capital. Muy bien
dicho, sí señor. Al pueblo lo tenía fino, muy ordenado y culturizado. Y con
pregonero, todo un lujo. En el pueblo de Gutiérrez, Faulkner era una devoción;
tanto, que a uno se le ocurrió plagiar “Luz de agosto” y dio con sus huesos en
la cárcel. Allí los intelectuales se
mezclaban con los ignorantes y no pasaba nada, todos eran uno, y no como ahora,
que unos están señalados por los otros y enseguida saltan chispas. Y la gente
ordenada, que ni te cuento: unos días iban en bici y otros días, olían bien.
Fíjate tú si era condescendiente que como se ahorcó el alcalde porque se
presentó un día con una mujer escultural, una joyita, un pimpollo reventón, vaya, y el pueblo, que no era tonto
aunque no leyera a Faulkner, quería que
fuese comunal, el cabo ni se inmutó, dejó que las cosas siguieran su curso a
ver qué pasaba. ¡Ese alcalde, quién lo diría, tantas veces vitoreado con aquello de “Todos
somos contingentes, pero tú eres necesario”, o “Viva el munícipe por
antonomasia”! Pues aun así se ahorcó.
El único brote de
desaliento lo tuvo cuando la amanecida salió por el poniente y le vació el
cargador de la pistola, maldiciendo a la naturaleza: “Me cago en el misterio”.
Eso decía. Y es que “Saza” todo lo quería tener muy ordenado y a punto. Era muy
suyo.
Estaba diciendo (es que
se me ha ido el santo al cielo con el recuerdo de la película), que con el sol
de julio se nos ha ido el cabo Gutiérrez, o sea, José Sazatornil, mejor llamado
“Saza”, un actorazo que tanto nos ha hecho reír durante tantos años. Hago mención
a la película que encabeza el título, pero a cualquiera de sus más de cien cintas hubiera podido referirme. Porque fue un actor imprescindible en cualquier comedia española de los años 50
a 2006 y tanta la admiración y ternura que me produce su recuerdo. Dios lo
bendiga. Y a Cuerda, el director de esta excelente película, también.
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