Majestad, esa foto no me
gusta, no tiene razón de ser. La compañía de ese señor (todavía lo es) no le
favorece porque no lo hace crecer sino disminuir. Que Vuestra Majestad haga de
chófer y de guía y se ría del chiste del momento que le está contando, no está
nada bien. Hay un contradiós lamentable. Solamente a él le da prestancia su
compañía. Él se siente cómodo y se nota porque ha abandonado la sonrisita de
conejo que siempre luce en las portadas de los periódicos para mostrar ahora su
dentadura completa, ésa que rompe a dentelladas las costuras del traje ibero y
que tantas y tan sólidas puntadas les dieron unos Reyes y otros desde hace más
de medio siglo. A estos viajeros se les dejan en la cuneta, lo decimos todos
los que empleamos la palabra España sin titubeos; dígaselo, Señor, a quien
corresponda. Lleva usted, Majestad, de paquete a un señor al que se le ha
planteado una querella por cuatro delitos presuntamente cometidos, a saber,
prevaricación, malversación y usurpación de funciones, y desobediencia. Si yo desobedezco la indicación de una señal de
tráfico, estoy ajusticiado al momento, pero la Ley debe ser que tiene caprichos
o querencias. ¿No afectará la foto de la imagen a la energía del TSJC a la hora
de examinar la querella de la Fiscalía? Un hombre que engaña al Estado con el
nivel de desafío que todos conocemos no debe ser asumible en un estado de
derecho. ¿Creeremos en la independencia de las instituciones del Estado? Esa
foto está remarcando la conciencia de los españoles, entre los que me cuento. Y
si me permite explicarlo diré que nunca tuve conciencia de la Política, tan
asustadiza unas veces, tan embeleca otras; pero andaba convaleciente en un
hospital y tuve la ocasión de ver y oír a su augusto padre defender enérgicamente
la Constitución en aquella peligrosa e incierta madrugada del 23-F. Otro se
hubiera ido de España. Desde entonces sobrevine a la Monarquía.
Precisamente por esta
decisión irrenunciable no me gusta ver en el coche de Vuestra Majestad a este
señor ni a otros como él, llámense Bárcenas, Correa, Garzón, Urdangarín, Matas,
Rato, Chaves, Griñán… Sólo los amigos honrados engrandecen a uno.
Unos lo pensamos y otros, como tú, lo pensáis y lo decís. Cierto es que es una imagen que choca, como la colisión de un gigante contra una pared, pero en esa foto pervive lo que siempre a mí me ha producido cierto pasmo, las sonrisas de los políticos cuando saben que tienen las cámaras sobre sus pensamientos aunque hayan caído centellas y rayos. Yo a eso lo llamo cinismo político ( ya sabes que se puede ser un hijoputa político y no pasa nada, lo político tiene esas prerrogativas para insultar sin insultar). Ahí está, la de ese hombre de dentadura envidiable ( a no ser que sea postiza) porque la del rey, a mí desde luego siempre me pareció auténtica, le de ese hombre ,que flota en un falso fluíido , es como la del exhibicionista del abrigo, está dedicada a su clientela, que lo van a aplaudir porque el bueno de nuestro rey solo ha cometido una falta de ingenuidad ( pero política, claro).. De cualquier forma no me dice otra cosa que un cinismo exponencial en un retrato. Más o menos.
ResponderEliminarMe comento a mí mismo. Como no me fío demasiado de mis pinceladas escritoriles, mire usted que me vine a dar un paseo por este paraje dejado un poco antes, lo releo y, claro, claro que había gazapo, de esos de la coma, de los que pueden dar un giro impensado a la oración significando ella lo que mi voluntad no deseó. Y ahí está: "... dedicada a su clientela, que lo van a aplaudir porque el bueno de nuestro rey solo ha ..." Entre "aplaudir" y el "porque" falta la susodicha señora coma. Yo no quise decir que lo aplaudían porque nuestro rey era bueno. Por si acaso y perdón.
ResponderEliminarBien está lo que está bien. El diablo carga las escopetas y el cálamo; no es culpa tuya, una persona de orden. Estos reyezuelos, a falta de talento, muestran la sonrisa farisea para que no les descubran la navaja cabritera de la traición. ¡Vade retro!
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